miércoles, 18 de mayo de 2016

Comentarios La vida es sueño (1º Bachillerato)



Monólogos de Segismundo



Introducción
Estos dos monólogos aparecen en La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. La obra, compuesta en 1635, es una de las cumbres del teatro barroco del Siglo de Oro y de la literatura española. La obra se centra en los temas filosóficos del libre albedrío, del honor y la legitimidad del poder entre otros. Estos temas son mostrados a través de unos personajes simbólicos y esquemáticos. Cabe destacar también su aguda visión del hombre, reflejo de las inquietudes filosóficas de la época,  su ejemplar maestría del verso, del lenguaje literario barroco y de las técnicas teatrales.

Primer monólogo de Segismundo
(¡Ay mísero de mí, ay, infelice!)
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí 
105
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,           110
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
dejando a una parte, cielos,   115
el delito de nacer,
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,  120
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma         125
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;    130
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas 135
gracias al docto pincel,
cuando, atrevida y cruel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;       140
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,  145
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;        150
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,       155
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;  160
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho          165
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,            170
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
Bajo un punto de vista dramático, la función del monólogo es la de plantear la penosa situación de Segismundo, un personaje clave de la obra. Sin embargo, este largo lamento posee significados que van más allá del argumento teatral: es una reflexión sobre la verdadera libertad del hombre, es decir, la libertad de decidir su destino. Para tal fin, nos muestra a un personaje encerrado, encadenado, aúnque la esencia del fragmento sobresale de los límites de la libertad física. La esencia consiste en saber si el hombre es dueño de su destino o si, por el contrario, este ya está escrito por Dios, por lo que el hombre no puede hacer nada por cambiarlo.
El monólogo de Segismundo consta de 70 versos octosílabos agrupados en siete décimas. La rima es consonante y se ajusta al siguiente esquema:
abbaaccddc
La métrica y la estructura interna aparecen imbricadas en este texto. Por ejemplo, cada décima termina con una interrogación retórica, en ocasiones dos, que alude directamente al tema del soliloquio.
En cuanto a la estructura interna, se distinguen las siguientes partes:
1ª parte (versos 103-113). Segismundo expresa su zozobra por el cautiverio que sufre, así como su ignorancia de las causas.
2ª parte (versos 114-166). El protagonista compara su prisión con la libertad que gozan diversos animales y elementos del paisaje. El monólogo repasa en este punto los cuatro elementos de la naturaleza (aire, tierra, agua y fuego).
3ª parte (versos 167-172). Una última interrogación retórica cierra la pieza recalcando su desazón por la falta de libertad y recapitulando lo mencionado en el monólogo.
La primera parte comienza con uno de los recursos literarios característicos del Barroco, el hipérbaton.
En los versos 103 y 104 Segismundo invoca a Dios mediante el término cielos. No se trata de un simple recurso retórico, sino que marca desde el principio la verdadera dimensión de la duda que mueve al personaje. Tal desazón sólo puede tener consuelo ante Dios, por lo que Segismundo apela a la máxima autoridad divina. El espectador, al oir esta llamada, empieza a ser consciente de que Segismundo es más que un prisionero en una torre: es el Hombre ante el Destino. Por otro lado, esto permite al dramaturgo establecer desde un principio a qué categoría pertenece su obra. No estamos asistiendo a una comedia, ni siquiera a un drama de honor. Este monólogo enfrenta a la audiencia con un drama filosófico en el que los personajes, a pesar de su hábil caracterización, son esquemáticos y poseen un carácter simbólico.
En los cuatro versos siguientes (105-108 ) se introduce la idea de nacer como delito que ha de ser castigado. Aunque procede de Séneca, el concepto es puramente barroco, puesto que toca a la visión de la vida y, en concreto, al tema central de La vida es sueño y de este monólogo, el libre albedrío: si el hombre nace con un delito (una mancha, un pecado original), nada de lo que pueda hacer en su vida servirá para tomar en mano su destino.
La siguiente décima (113-122) continúa con la idea de la anterior (nacer = delito) pero da un paso más al mostrar a Segismundo consciente de su singularidad, algo que no se apreciaba en la estrofa anterior.
Los versos 119 a 122 abundan en la sensación del personaje de que su desgraciada tesitura se debe a una condición de la que es ignorante. Dan comienzo en este punto las interrogaciones retóricas, dirigidas a esecielos ya mencionado:
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
En la segunda parte, Segismundo empieza a comparar su suerte con la de diversos elementos de la naturaleza, que se relacionan con los cuatro elementos fundamentales, como ya hemos comentado: aire, tierra, agua y fuego. Desde el verso 123 hasta el 162 se extienden cuatro décimas que presentan una estructura paralela en varios aspectos:
a. la disposición sintáctica. Los versos primero, tercero y quinto de todas las estrofas empiezan de la misma manera: Nace / apenas (y apenas) / cuando (anáfora). Además, los dós últimos de cada décima están ocupados por una interrogación retórica que recoge el lamento del protagonista. El final de cada estrofa se refiere a la idea principal del monólogo: una reflexión sobre el destino del hombre y sus aspiraciones de libertad:
b. el significado. Cada estrofa evoluciona desde el nacimiento bajo del animal hasta su vida en libertad. En todas se compara la libertad del animal con la confinación del personaje.
Tengamos en cuenta, por otro lado, que están escritos pensando en un público que asiste a una representación y que, por tanto, no tiene el texto bajo los ojos y no puede leer varias veces un pasaje complicado. Una estructura repetitiva ayuda a hacer comprender la historia y el mensaje, así como a facilitar el recitado por parte del actor.
A continuación comentaremos los rasgos estilísticos de la 2ª parte.
El aire es el elemento tratado en la tercera décima, mediante la descripción del ave. Sobresalen los dos sintagmas:
Flor de pluma (verso 125)
Ramillete con alas (verso 126)
He aquí dos nuevos ejemplos de conceptismo. Son dos asociaciones ingeniosas entre los campos semánticos de las flores y las aves.
En la siguiente décima el autor elige un animal terrestre (el bruto) para representar el segundo de los elementos fundamentales: la tierra. Hay un brusco hipérbaton en los versos 135 y 136, que separa dos ideas:
que dibujan manchas bellas
[…]
gracias al docto pincel
(Alegoría del poder creador de Dios)
apenas signo es de estrellas
[…]
cuando atrevida y cruel
(Sigue la idea recurrente del animal
que obtiene su libertad al nacer)
Cierra esta parte la identificación del personaje con un volcán, tan desmesurada es su congoja. Esta emoción casa con la hipérbole
quisiera sacar del pecho
pedazos de corazón. (versos 165 y 166)
Otro recurso que acrecienta su mayúsculo quebranto es la gradación de la elocuente imagen
un volcán, un Etna hecho, (verso 164)
La tercera parte consiste en una interrogación retórica como las que cierran cada una de las estrofas, intensificada por varios procedimientos. En primer lugar, ocupa seis versos en lugar de dos; en segundo lugar, la enumeración del verso 167:
¿Qué ley, justicia o razón,
acentúa el vigor de estos tres conceptos, fundamentales por sí mismos en el teatro barroco.
En conclusión, este fragmento es uno de los pilares, junto con el célebre recitado del segundo acto, de La vida es sueño, por su importancia dramática en el planteamiento de la trama y por las ideas fundamentales que transmite (el Hombre y su Destino). Se trata, asimismo, de una composición poética de extraordinaria calidad: su cuidada estructura, los imaginativos recursos que la ornan y la efectividad con la que sus versos transmiten el tema principal le otorgan unas legítimas e imperecederas credenciales líricas.
Segundo monólogo de Segismundo
Es verdad. Pues reprimamos
esta fiera condicion,
esta furia, esta ambicion,
por si alguna ve soñamos:
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta dispertar.
Sueña el Rey que es rey
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que á medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


El soliloquio de Segismundo cierra la segunda jornada de La vida es sueño, de Calderón de la Barca. En este acto el rey Basilio ejecuta su plan para medir la aptitud como gobernante de Segismundo. El príncipe heredero es llevado a palacio mientras duerme, de modo que despierta como un hombre libre y poderoso. Basilio observa su comportamiento tiránico, por lo que le juzga incapaz de asumir la corona. Así pues, esa misma noche lo devuelve a su cautiverio. Allí, Segismundo se pregunta si lo vivido en la corte fue realidad o un sueño.
Se desarrolla en estos versos el tema barroco de la inconsistencia de la vida: las ilusiones, las esperanzas, las preocupaciones humanas son pasajeras. El afán moralizador del autor nos aconseja no dejarnos llevar por la vanidad, el poder, los oropeles, puesto que todo lo terreno es una quimera.
Se compone el pasaje de 40 versos octosílabos agrupados en décimas, con el siguiente patrón de rima consonante: abbaaccddc.
En cuanto a la estructura interna, cabe destacar que se sigue una disposición argumentativa, frecuente en los monólogos calderonianos. Es un reflejo del rigor expositivo con el que el autor busca comunicar su propósito moral.
Versos 2148 – 2157 (1ª décima): se expone la tesis acerca de la fragilidad de la vida.
Versos 2158 – 2167 (2ª décima): el primer ejemplo que ilustra su tesis es el rey, representante del poder terrenal.
Versos 2168 – 2177 (3a décima): comprende varios argumentos que corroboran el primero. Se trata de tipos representativos: el rico, el pobre, el ambicioso, el avaricioso, el malvado.
Versos 2178 – 2187 (4a décima): Segismundo se pone a sí mismo de ejemplo y cierra el monólogo con su tesis central.
El comienzo del monólogo enlaza con la intervención anterior de Clotaldo, en la que insta al príncipe a hacer el bien. Sorprendentemente, los cuatro primeros versos nos transmiten la idea, novedosa en Segismundo, de que lo más importante es hacer el bien en cualquier circunstancia (que aun en sueños / no se pierde hacer el bien, versos 2146 y 2147). Se trata de un mensaje fundamental en la obra que ilustra la mentalidad del autor: el hombre que hace el bien vivirá de acuerdo con los preceptos de la moral cristiana. Esta primera parte se completa con el enunciado de la tesis central del monólogo: la vida es una ilusión fugaz.
El verso 2157 presenta el primer ejemplo utilizado para corroborar su opinión. El rey se envanece en su poder, sin saber de la muerte igualadora. Como ya se ha mencionado, los monólogos adquieren un carácter moralizador que va más allá del argumento de la obra. Por tanto, el rey no es aquí Basilio, sino el rey de España o cualquier otro gobernante contemporáneo de Calderón. El vocabulario refleja el pesimismo del autor en el tema central: sueño, engaño, desdicha, muerte. Por otro lado, el primer verso muestra con una repetición que la idea central afecta a la misma esencia del ser humano (sueña el rey que es rey). Es decir, el hombre no es nada, sino lo que cree ser.
Cabe destacar la metonimia en aplauso, por vanidad (2161). Este recurso forma parte de la metáfora que describe la vanidad humana como un aplauso que en el viento escribe(2162).
Podemos leer en el verso 2163 un recurso frecuente de la poesía barroca, la ceniza como metáfora de la destrucción y el olvido de todos los anhelos que, en vida, alimentó el alma humana. La exclamación que ocupa los versos 2165 a 2167 refuerza la expresividad del sentimiento, que adquiere un tono amargo ante la ceguera del hombre. La perífrasisintentar reinar (2165) transmite con efectividad esta idea: los reyes que en el mundo hay no reinan, sino que lo intentan inútilmente antes de que la muerte los entierre en el olvido.
La segunda parte contiene más ejemplos de instrucción para el auditorio. Los casos mencionados pretenden ser un compendio de actitudes humanas frente a la vida: el rico, el pobre, el ambicioso, el avaricioso, el pérfido. Se abre esta segunda parte con la repetición del verbo sueña. Esta anáfora, que vuelve a aparecer en los versos 2170, 2172 y 2173 subraya el tema principal. Una nueva repetición, acompañada esta vez por el pronombre todos (2175) concuerda con en conclusión (2174) para confirmar ante el público la universalidad de su mensaje: el afán moralizador de la obra abarca a todo el género humano. Con los tres últimos versos se cierra la argumentación de esta décima. Los argumentos mencionados respaldan la tesis central, de acuerdo con el esquema dibujado más arriba.
Antes de pasar a la tercera parte, comentemos brevemente el verso 2176. El autor refleja aquí una actitud propia de Barroco: el hombre está sumido en la ignorancia de lo que su propia vida representa. Se consigue multiplicar de este modo la angustia vital que caracterizaba al hombre de la época, al menos tal y como nos lo representan los escritores y pensadores.
Tras la primera conclusión, Segismundo se adentra en la tercera parte para ponerse a sí mismo como argumento a favor de su idea. En los dos primeros versos destaca la contraposición entre la prisión y la corte, ambos introducidos por el verbo soñar. Bajo este punto de vista, los dos aparecen como estados “soñados”, es decir, irreales. Aprendemos, pues, que no deberíamos reflexionar sobre nuestra vida, puesto que todo lo que en ella ocurre es un engaño.
Por último, los versos 2181 a 2186 vuelven a enunciar la tesis vertebral del soliloquio. Adopta, para tal fin, un estilo sentencioso acorde con el propósito moral del fragmento: el único verbo que aparece es “ser”, que sirve para definir la vida con vigor y concisión (la vida es frenesí, ilusión, sueño). El verso 2185 contiene una paradoja u oxímoron, articulado por este verbo “ser”, que ilustra la fragilidad de la vida humana. Posesiones, certitudes, ilusiones… todo es insignificante.
Volvamos a los versos 2181 y 2182. La interrogación aquí repetida nos plantea sin ambages la cuestión fundamental del pensamiento filosófico del ser humano en cualquier época (¿Qué es la vida?). El atribulado príncipe nos da la respuesta que los hombres de letras nos han transmitido como propia del siglo: la vida es una mentira, una ilusión, en definitiva, la vida es sueño, como afirman el verso 2186 y el título de la obra.
Así pues, los dos últimos versos, que han pasado al acervo cultural español, condensan la visión barroca de la vida humana. Son un broche eficacísimo para el conmovedor monólogo del príncipe prisionero, espejo de almas y advertido ejemplo contra las pasiones de este mundo
.

2 comentarios:

  1. Luis Manteiga Pousa17 de febrero de 2023, 14:04

    "El delito mayor del hombre es haber nacido". Tiene reminiscencias de Platón, Santo Tomás y, sobre todo, Plinio el Viejo. Parecido a lo que posteriormente dirá Cioran. Cioran lo dice por el mismo. Calderón lo pone en boca de un personaje, no se hasta que punto lo representa a el.

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